El enclave del restaurante es absolutamente espectacular. El edificio está situado en la misma playa de Salinas y llaman la atención nada más entrar los amplísimos ventanales desde los que se puede ver toda la playa. Prácticamente la ubicación por sí misma justifica el alto precio de este sitio. En cuanto a la decoración es clásica pero sin caer en antigua, mesas y manteles sobrios combinados con unos cuadros coloridos que le dan una nota alegre.
Dentro de la carta elegimos unos montaditos de setas, foie y yema para empezar. Mientras esperábamos nos trajeron un pequeño aperitivo consistente en una mini-tosta con foie y un trocito de atún con salsa de tomate, ambos fueron un pequeño (muy pequeño) deleite de sabor para anticipar lo que vendría después.
El montadito era una ración individual así que tuvimos que pedir uno para cada uno, y eso a 15€ cada plato duele. La verdad es que estaba delicioso, el foie y las setas hacían un excelente conjunto. El huevo acompañaba bien aunque quizá su sabor más suave robase un poco de protagonismo a lo exquisito del resto.
De segundo cayeron el tataki de atún rojo con salsa de soja y el rape a la armoricana con bogavante.
Ambos platos muy ricos. El rape estaba bastante bien hecho, quizás un pelín duro. Digo un pelín por ponerme al nivel de exigencia propio del lugar, en cualquier otro estaría perfectamente. De bogavante venían un par de trozos pequeños ya pelados. Este sí que estaba muy suave al paladar, totalmente delicioso. Lo que más me gustó fue la salsa, no pude averiguar qué contenía pero sí que me sorprendí remojando generosamente los trozos de pixín y bugre, cosa poco habitual en mí.
El atún rojo venía cortado en cubos de tamaño medio un poco pasados por la plancha para darles algo de color y consistencia por el exterior. El borde de cada pieza resultaba un poco menos sabroso al estar cocinado, en cambio el interior practicamente crudo estaba tremendamente bueno dejando entrever la excelente calidad de la materia prima. Riquísima también la combinación con una salsa de soja rebajada que tenía un sabor muy ligero (la soja normalmente tiende a matar cualquier otro sabor, pero en este caso estaba bien equilibrada) .
Para acompañar estos platos elegimos un vino Riestling alemán de la extensa carta que nos ofrecieron. No es habitual encontrarse con este tipo de vinos y si bien su precio es quizá demasiado alto, había que aprovechar la ocasión de probar uno de ellos. El que cayó en nuestras copas fue un Müller de 2008, ligeramente afrutado, que nos gustó bastante aunque yo sigo prefiriendo el albariño (no soy muy amigo de blancos).
Señal de que los platos no fueron muy abundantes todavía nos quedaba sitio para el postre. Por mi parte pedí un souffle de chocolate. El bizcocho que contenía el chocolate caliente estaba hecho en vertical, muy alto y al irlo comiendo el chocolate fundido iba cayendo hacia fuera como si fuera una fuente de chocolate. Un auténtico placer para cualquier amante de este manjar. Acompañando venía un helado de mango, con un toque un poco amargo que no me gustó demasiado.
Por la otra parte de la mesa pidieron tocinillo de cielo, que tenía buena pinta y me comentaron que estaba delicioso.
Al final la broma salió por más de 150€. El rape eran 39€ y el vino unos 45€. Desde luego no fue un sitio nada barato aunque ya lo esperábamos.
Y dado que en estos sitios lo pagas, a modo de crítica comentar que hubo varios aspectos negativos a señalar. Por ejemplo, al principio de la comida la atención fue con demasiadas prisas, hasta el punto que nos sirvieron el segundo plato cuando yo aún no había terminado el primero. Además en alguna ocasión nuestra copa de vino estuvo vacía durante un tiempo sin que nadie la rellenase. Ya digo que es por sacar punta a todos los detalles, porque cuando hablamos de locales de esta categoría considero que no debería descuidarse ni el más mínimo detalle. Por el lado positivo también mencionar que cuando llegamos a los postres se nos había acabado el vino y nos rellenaron una copa más por gentileza de la casa.
En resumen magnífica comida y magníficas vistas pero evidentemente bien pagadas, para ocasiones muy especiales.