Cerca de Ribadesella
se sitúa este restaurante que ha conseguido recientemente reconocimientos
gastronómicos como un sol de la Guía Repsol. El restaurante ocupa una pequeña
casa con vistas a la vega de Ribadesella. A la entrada tiene una pequeña
terraza con 3 ó 4 mesas con una decoración rústica-chill out que avisa sobre
las intenciones del restaurante en su cocina y que seguramente está en todo su
esplendor en verano.
Animados por el sol que
hacía a esas horas abrimos la botella de vino en la terraza y tomamos la
primera copa. Elegimos un Tres Patas, un vino de garnacha y syrah de la
denominación de Méntrida. Sin ser una maravilla, el vino estaba bastante
decente. La terraza es un sitio verdaaderamente agradable, a pesar de que por
detrás está la carretera y el ruido de algunos coches al pasar resta
tranquilidad. Afortunadamente es una carretera con poco tráfico así que no
llega a ser muy molesto. Nos encantó la originalidad de los detalles a la hora
de la decoración del lugar, por ejemplo las mesas, que estaban hechas de
objetos antiguos reciclados como pilones de lavar o vigas de madera rúsica.
A la entrada del local
hay un pequeño recibidor y antes de acceder al comedor hay que pasar al lado de
la parrilla
donde el sugerente olor a brasas de encina te termina de abrir por completo el
apetito. La zona de comedor está situada en lo que era antiguamente el patio de
la casa, ahora cerrado con unos ventanales de cristal y con una agradable
decoración rústica modernizada.
Vamos a la comida. Nada
más pedir nos trajeron un pequeño aperitivo, una sardina con una deliciosa
maceración (se notaba el gusto a macerado "casero"), acompañada de
granada,queso y unos palitos de manzana que quizás era lo único que no
combinaba demasiado bien. Un plato rico y muy original.
De entrante pedimos
unos chips con pulpo y alioli. Se trataba de una ración de pulpo muy
originalmente presentado, cada laminilla iba sobre una patata chip y acompañado
de una fina salsa alioli. El pulpo estaba en su justo punto y el acompañamiento
de las patatas chips realzaba su sabor. La salsa alioli no era muy fuerte y
también combinaba perfectamente, lo que terminaba de completar el plato. Una
sencilla combinación sorprendentemente presentada y con un excelente
resultado en cuanto a sabor.
Por el otro lado de la
mesa pidieron unas andaricas a la plancha que por lo que me dijeron estaban
bastante bien, nada más que comentar aquí :-).
Como segundo plato,
seguramente influenciados por el olor a la parrilla de la entrada, pedimos una
chuleta de ternera a la brasa de encina. Se trataba de un buen trozo de carne
de excelente calidad, troceada y separada de su propio hueso. La carne estaba
en su punto y con un sabor totalmente delicioso, realzado por la parrilla pero
sin llegar a tener gusto a humo en ningún momento. Otro punto a favor era la
cantidad justa de sal gorda aderezando el plato, acompañamiento imprescindible
para paladares con adoración por la carne. Por si fuera poco, la chuleta se
sirve con una bandeja anexa de patatas fritas caseras y otra de pimientos del
piquillo caramelizados,sólo para estómagos con capacidad XXL. En resumen, una
de las mejores carnes que he comido últimamente.
Obviamente, ya no pudimos
con el postre. Disfrutamos del café en la terraza aunque en estos días cortos
de invierno el sol ya se había ocultado detrás de la casa. No queda duda, hay
que volver en verano :-). Finalmente la cuenta salió por unos 85€ (42,5 € por cabeza), un precio
más que razonable viendo la calidad del producto y el cariño dedicado a su
elaboración.