En cuanto supimos que se había
abierto en pleno centro de Oviedo el nuevo Restautrante heredero del Deloya,
nuestro favorito de siempre en Asturias por muchos motivos, fuimos corriendo a
probarlo. En realidad es el mismo Deloya que se traslada desde el hotel Santo
Domingo al local que poseen en el Gran Hotel España. En el traslado se han
redefinido varios conceptos y a lo largo de la comida serían inevitables las
comparaciones con el original Deloya, cuyo menú degustación era absolutamente
espectacular. Nunca entenderé por qué nunca fue reconocido con al menos una
estrella Michelín.
En el antiguo Deloya se respiraba elegancia desde el momento de entrar: el hall del hotel, el patio interior o el comedor. Mestura, aunque tambien está muy bien decorado, ofrece una imagen algo más moderna. La palabra que me viene a la mente es desenfadado, buscando un tono un poco más informal que su antecesor. Por ejemplo en el mismo comedor distintos diseños de mesa, sillas y vajilla se mezclan con sorprendente armonía aún a costa de perder un poco de elegancia, un efecto buscado y perfectamente conseguido.
Nos sentaron en una mesa junto a la ventana, que cuenta con un cómodo sofa para 2 personas. Otro toque desenfadado que a nosotros nos hizo estar más a gusto y disfrutar más de la comida, como si estuviésemos en casa. Un acierto.
En el antiguo Deloya se respiraba elegancia desde el momento de entrar: el hall del hotel, el patio interior o el comedor. Mestura, aunque tambien está muy bien decorado, ofrece una imagen algo más moderna. La palabra que me viene a la mente es desenfadado, buscando un tono un poco más informal que su antecesor. Por ejemplo en el mismo comedor distintos diseños de mesa, sillas y vajilla se mezclan con sorprendente armonía aún a costa de perder un poco de elegancia, un efecto buscado y perfectamente conseguido.
Nos sentaron en una mesa junto a la ventana, que cuenta con un cómodo sofa para 2 personas. Otro toque desenfadado que a nosotros nos hizo estar más a gusto y disfrutar más de la comida, como si estuviésemos en casa. Un acierto.
La nueva carta también muestra
ese desenfado. Hay muchos entrantes en plan picoteo, y 3 menús a buen precio.
Por ejemplo el menú degustación ha bajado de los 70€ que costaba en Deloya a
48€. Además tiene un menú maridaje, un poco más corto, a 35€ que aquí comentan en G de Gastronomía y que aparenta una RCP
brutal. Lo bueno de estos precios es que acercan el restaurante a más público,
ya que el alto precio hacía que sólo fueses en ocasiones muy especiales. Ahora
seguro que repetimos más a menudo.
Lo que no cambia es la
excelente atención. Por suerte sigue conservando el mismo personal, tanto el
jefe de sala como Jesús, el sumiller, cuya atención en las muchas ocasiones que
hemos coincidido ha sido siempre exquisita y cercana: son unos profesionales
impresionantes.
No habíamos leído aún el
artículo de GdeG, así que nos decantamos por la carta. Enseguida llegaba la
primera sorpresa: nos trajeron el café y un pastelito. ¿El café? ¡Pero si
todavía no habíamos empezado la comida! En realidad era el aperitivo, que se
llamaba "capuccino de garbanzos con unos cupcakes de chorizo". El
"capuccino" era una crema suave con un intenso olor (y sabor) a
cocido de garbanzos, y con el aspecto exacto de un capuccino con su espuma y
todo. Una simpática sorpresa de buen sabor. También el sabor a chorizo del
"cupcake"chocaba con la imagen dulce de pastelito.
Llegó el primer plato para compartir: las croquetas de
oricios y manzanas. Unas crujientes croquetas de masa muy cremosa con un
perfectamente equilibrado sabor a oricios, sin caer en el exceso. No me gustan
demasiado los oricios frescos, me resulta un sabor demasiado fuerte, en cambio
sí me gusta ese mismo sabor suavizado en revuelto, arroz y similares. Por ello
para mí estas croquetas tenían el sabor exacto a oricio. La manzana consistía
en unas pequeñas ralladuras coronando las croquetas. La verdad es que pasaron
desapercibidas.
De plato principal por mi parte cayó la paletilla de
cochinillo, dos buenos trozos de carne que trajeron perfectamente deshuesada y
presentada. La piel estaba muy crujiente, nada que envidiar al que habíamos
comido en Segovia, sin embargo para mi gusto por dentro la carne les quedó un
poco más pasada de la cuenta, demasiado hecha y por tanto un poco seca. El
sabor, eso sí, buenísimo, pero fallaron en el punto.
Mi churri pidió las manitas de cerdo, de las que es una
auténtica fan. Otra sorpresa: venían en forma de croquetas con la carne de las
manitas deshuesadas en el interior y acompañadas de una espuma de intenso sabor
a naranja. Jesús nos explicó la elaborada preparación de las mismas, pero no
desvelaremos los secretos de la cocina :-). A mi chica las manitas no le
parecieron exquisitas, pero ya digo que es muy exigente con este plato. En
cambio a mí, que no me gusta la textura de las manitas pero sí el sabor, este
plato me encantó ya que la preparación suaviza la textura gelatinosa de las
manitas y la naranja les daba un punto de frescor, lo justo para acabar de
conquistarme.
Esta vez tampoco quedó sitio
para el postre. El café, invitación de la casa, se acompañó de unos pequeños
mazapanes caseros y unas trufas de chocolate. Al final la cuenta, incluyendo 2
copas de Doble R de Ribera del Duero, salió por unos 60€. Viendo después el
menú maridaje, nos parece que tiene una excelente RCP y que seguramente sea el
triunfador en este restaurante. Me recordó el caso del Married, que al final ha
prescindido de la carta y ya sólo tiene el menú degustación. Aquí bien podría
acabar pasando lo mismo.
Por tanto otra novedad en el centro de Oviedo que se está
poniendo muy interesante en el capítulo de alta gastronomía a precios
accesibles con excelentes ejemplos como Mestura, Married o 180º. Un necesario
aire fresco que agradecemos y que seguro que volveremos a disfrutar.